Hoy toca morir

A veces estamos tan tristes que pareciera que vamos a morir en una sola noche. Todos los sonidos que ingresan a nuestro cuerpo tienen tonos tan bajos, que saturan de angustia la voz casi inexistente que intenta elaborar algún que otro sonido atascado en la garganta.

El espacio arriba de nuestra cabeza se llena de recuerdos danzantes, que dibujan alguna que otra sonrisa vestida en lágrimas, como una película vieja que pasa y pasa mientras surgen infinitas preguntas que jamás tendrán respuestas.

Noches tan tristes que no tienen palabras y es que la tristeza se queda sin palabras cuando es tan grande. Como el amor.

Quedan vacías las manos y pesan tanto los brazos con los abrazos que no fueron dados que uno no sabe qué hacer con ellos, adónde depositarlos. Ni siquiera sabemos quitarlos de nuestra piel para que no duelan tanto.

La mirada queda perdida entre olas que van y vienen y estallan en una playa sangrienta mientras tragamos lagrimas para evitar que se inunde el corazón.

Y llegan heridas las palabras que volaron con el viento. Eso es lo más terrible, porque creímos que las palabras caían en un cofre resguardado, como el corazón que cayó tan profundo que no reconocemos sus pedazos. Confiado corazón.

Ahora toca barrer el desorden que quedó en el cuarto, aunque quedará unos días desordenado hasta que regresen las fuerzas para levantarnos y abrir las ventanas otra vez.

Hoy toca morir, morir hasta el fondo de la muerte, donde habitan los acordes del silencio que aturden hasta que estallan los tímpanos.

Hace frío.

Cuando llega el invierno nos congelamos por dentro. La tristeza nos deja quietos. Nos quita el aire. Nos llena de recuerdos, de respuestas que no existen ya porque las preguntas murieron. Hace frío y de vez en cuando pasa esa sonrisa, esa mirada que quisiéramos volver a ver, pero no. Ya no.

A veces estamos tan tristes que pareciera que vamos a morir en una sola noche. Morimos ante la vista de todos y nadie logra vernos.

Morimos y renacemos esperando que las heridas hayan dolido lo suficiente para no volver a caer en ese mar de sensaciones que nos hacían sentir únicos, esperando que las heridas hayan cavado tan profundo como para dejar un surco entre los sentimientos y la razón para poder volver a ser nosotros, con cicatrices pero enteros, fortalecidos y con un escudo más grueso para que nadie alcance nuestro centro.

5 respuestas a “Hoy toca morir

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