La importancia de la Escritura terapéutica

“Pon tus fantasmas en palabras para que te molesten menos. Pon tu corazón sobre el papel.

Pon tus emociones en un texto para vivir mejor”

            Silvia Adela Kohan

En el taller virtual de Escritura terapéutica

Fue allá por el año 2005 cuando por primera vez escuché acerca de la escritura terapéutica. La expresión me sonaba extraña y decidí averiguar de qué se trataba. Adentrarme en ese maravilloso mundo de aprender a plasmar emociones por escrito complementaba el amor que sentía por la escritura, por lo que no dudé en comenzar con talleres y cursos para perfeccionarme en el tema.

Logré identificar cada historia que se escondía detrás de situaciones que de un modo u otro habían quedado impresas en mi inconsciente y afectaban mis emociones de forma indirecta. Estas situaciones no necesariamente pertenecían a experiencias propias, sino que correspondían también a todas aquellas realidades y vivencias que habían llegado a mí ya sea por una noticia, por una conversación en la calle o mientras realizaba los análisis de letras en el laboratorio grafológico (para los que no saben, también soy Grafóloga), y habían impactado en mí de tal modo que quedaron fijas en los intersticios de mi mente.

Además de esto, solía tener mucha vergüenza de mostrar mis escritos, lo cual hablaba de mi baja autoestima y confianza para poder hacerlo. Fue entonces cuando le di la oportunidad al famoso “Escribir para sanar” ¡Y vaya sorpresa que me llevé al darme cuenta lo desordenada que tenía mi cabeza!

Mis ideas saltaban de un lado al otro, mis emociones cambiaban del llanto a la risa, del mal humor a la alegría en segundos y desconcertaba a todo mi entorno. Me faltaba tolerancia (bueno, aun me falta un poco, pero estoy en ello), me faltaba aprender a organizar mis ideas, no sabía detectar esa “basura mental” que lograba hacerme perder un valioso tiempo por lo que el día no me rendía en absoluto.

La escritura terapéutica, emotiva o expresiva tiene un gran fundamento y se encuentra en cada uno de nosotros.

Escribir es una de las acciones que comenzamos a hacer apenas logramos controlar nuestras manos. Desde pequeños tomamos un lápiz y garabateamos toda superficie posible. Cuando aprendemos a escribir y sobre todo cuando comenzamos a socializar, le contamos a un papel nuestras primeras frustraciones. Utilizamos las ultimas hojas de los cuadernos de escuela para escribir el nombre del primer niño o niña que nos ha tocado el corazón. Escribimos a escondidas cuando nos sentimos enojados. Garabateamos fuerte, nos expresamos por escrito sin saber que lo que estamos haciendo es una terapia emocional desde la escritura.

Si nos enseñaran desde pequeños a llevar un diario íntimo tendríamos muchos menos problemas de autoestima de los que tenemos hoy. Lograríamos llegar más fácilmente a nuestras metas, nos concentraríamos más en lo que realmente queremos llegar a ser. Todo sería mucho más fácil.

Practicar la escritura terapéutica a diario nos cambia la perspectiva con la que lidiamos cada día. Nos muestra un modo diferente de enfrentar los problemas y nos aliviana las pesadas cargas que cargamos sobre nuestros hombros, muchas veces, sin ninguna necesidad.

Hay varios ejemplos de escritores que salieron adelante gracias a que pudieron plasmar sus emociones desde la palabra escrita:

Isabel Allende: escribió su novela “Paula”, para canalizar el dolor provocado por la muerte de su hija.

Viktor Frankl: autor de “El hombre en busca de sentido”. Este libro nos muestra que el hecho de escribir situaciones adversas nos acerca a las herramientas necesarias para poder superarlas.

 Goethe escribió «El joven Werther» en una sola noche (quizá es una exageración romántica) para desahogar las penas por un amor no correspondido.

Ana Frank: En su diario, pudo sobrellevar tanto dolor y tanta pérdida gracias a la palabra escrita. Allí encontramos frases como: “Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, espero que seas para mí un gran apoyo”, haciendo referencia a su diario.

Alejandra Pizarnik: llevó un diario que le ayudaba a sobrellevar sus angustias cotidianas, al igual que Virginia Woolf, Kafka, Tolstoi, Goethe, entre tantos otros.

Hay muchos caminos entrelazados entre la escritura emotiva, expresiva o terapéutica con un escritor de cualquier género, pero esto no quiere decir que sólo esté orientado a aquellas personas que desean ser escritores. Aprender a sanar mediante la palabra escrita es para todos los que deseen mejorar su salud emocional y sus relaciones interpersonales. Escribir para sanar nos enseña y recuerda que todo pasa, que nada permanece; nos enfrenta a lo que verdaderamente importa o nos hace ver, en última instancia, que nada tiene tanta importancia.

Henry Miller escribió en su libro “Sexus”:

“Un hombre escribe para expulsar todo el veneno que ha acumulado a causa de su falsa forma de vivir”

SI en algún momento sientes la necesidad de sanar emociones desde el alma, puedes ponerte en contacto conmigo. Continuamente estoy dictando talleres en modalidad virtual y presencial, de escritura terapéutica para ayudarte a superar esas barreras que solo nosotros colocamos delante nuestro por temor a no ser suficientes para el entorno donde nos movemos.

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