Intermitencias

Relatos de muerte

Las ruedas giran por el pasillo interminable y frío que me lleva directo al quirófano. Mis ojos clavados en la intermitencia de las luces que cada cinco pasos del camillero impactan en mis pupilas, me llevan a un único pensamiento: ¿las volveré a ver?

Algo extraño creció en mi cabeza y parece que se extendió a los pulmones. Complicado, dijeron, pero no les creo.

No creo en nada cuando el cielo se torna negro y las palabras habitan el suelo seco.

¿Qué sería lo peor que puede pasar?

Lo inevitable, respondieron ellos.

Pobre muerte que nadie nombra y sin embargo viene a dejarnos el remedio.

La lentitud del tiempo que nos obsequia lucha con la rapidez del tiempo que perdemos.

Entre sombras nos damos cuenta de las pocas mañanas que nos quedan.

Saber cuándo es mi último día es lo único que perseguí incansable, formas, fórmulas y espacios, pero nada me daba resultado.

Y aquí está, este extraño en mi cabeza me dicta sin anestesia que se agotaron las contingencias.

El tiempo resta, aunque nos sorprenda.

Vuelvo a ellas y me pregunto si las volveré a ver.

Luces intermitentes de un olvido que ya no genera recuerdos.

Miro arriba y me niego a que mi último paisaje sea una montaña de cabezas cubiertas. Me niego a que la última melodía sea un sonido metálico de herramientas que caen a una bandeja. Será el divorcio de mi cuerpo con mi esencia lo último que vea, mientras admiro el vacío que se dilata entre los órganos y las horas que huyen de otras horas demorando la putrefacción.

Instantes donde las verdades mueren en la fascinación del último suspiro y volteo para tener el primer plano de mi vida descuartizada por mi muerte.

Intermitencias.

Las ruedas giran por el pasillo interminable e intermitentes, vuelvo a verlas.

.

Fragmento de un relato que integrará mi próxima antología.

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