¿Jamás nos detendremos?

Tengo la sensación de que estamos huyendo de la vida. Cada día pasa más rápido que el anterior. Ya no hay disfrute, no existe la contemplación por la contemplación misma. Todo es urgente, como escribí hace unos días atrás en El arte de demorarnos

Sentimos que es perder el tiempo si frenamos un minuto para escucharnos atentamente.

Se nos va la vida en apuros innecesarios sin darnos cuenta que alimentamos el vacío de nuestros afectos. Hemos olvidado el valor de las pequeñas cosas. El motivo por el que nos enamoramos. las razones de una sonrisa que no tiene razones, simplemente existe porque es bella y nos predispone a la amabilidad.

Tampoco somos amables. nos molesta todo en el otro. No hay tolerancia ni respeto. Y no lo hay porque tampoco las ofrecemos.

Tengo la horrible sensación que estamos huyendo de la vida y en ese huir no podemos ver hacia adelante y el abismo se nos viene encima. Estamos ciegos. Nadie nos frena. Seguimos en esa carrera descontrolada de quejas sin aportes que se acumulan delante y las empujamos mientras nos seguimos quejando de no poder acelerar un poco más.

Me pregunto hasta cuando correremos, porque algunos caen y en el vacío siguen corriendo sin percatarse que van cayendo. Solo miran al que cayó a la par y ríen sin extender la mano por el simple disfrute de la desgracia ajena.

Vivimos huyendo de la vida, alimentándonos de lamentos, sin hacernos cargo que nosotros mismos entramos al juego de las apariencias y que despertamos cuando llegamos a viejos y no queda nadie que nos despierte con un beso, que se detenga a acomodar las arrugas y nos mire con ese encantamiento de los tiempos lerdos.

Pero solo nos detenemos unos segundos en la soledad oscura de la noche, cuando escapa una lágrima sin espectadores, cuando nos vence el cansancio de tanto correr a ningún lado, recuperando fuerzas para seguir sumando vacíos al levantarnos.

11 respuestas a “¿Jamás nos detendremos?

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  1. El problema es que nacemos de repente, sin manual de instrucciones para entender la vida. Algunos, ni con un catálogo detallado de aconteceres risueños para facilitar la existencia, son capaces de superar ese vagar tedioso entre el día y la noche…

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