No me regales flores

No me regales flores. Las flores se llevan al cementerio donde combinan muertos con muertos. No entiendo por qué te enojas.

Yo creo en el amor vivo, el que sonríe y baila en cualquier parte, ese que no tiene vergüenza de gritarse a los cuatro vientos ¿Por qué insistes en representarlo con naturaleza muerta?

Mi amor por ti vive. No entiendo porque me traes un ramo de flores muertas.

Encima es enorme y no entiendo muy bien tu mensaje.

Tal vez me dices inconsciente cuán grande será el dolor.

Como a nuestros muertos.

Como una profecía de lo que nos convertiremos.

Muchas parejas sepultaron su amor bajo enormes ramos de flores.

Es San Valentín y las flores hermosas comienzan a morir.

Si quieres regalarme algo, regálame vida, trae una maceta con una pequeña planta y la reguemos cada día. Como al amor. Probemos cuan grande es manteniéndola viva, aprendiendo a cuidar de ella, si lleva mucha agua, si solo bebe un día por semana, si prefiere el sol o ama estar bajo la sombra. La paciencia y la espera para verla rebosar vida.

La dedicación de mantenerla alejada de los parásitos que desean verla enferma.

Logremos que florezca y llene de perfume nuestra casa.

Un ramo no lleva cuidado. Lleno un florero con agua y observo cómo actúa la muerte sobre la su hermosa silueta. Miro el proceso unos días cuando su savia no fluya más. Veo sus pétalos de terciopelo caer sin poder ofrecer más que el perfume de la muerte. El vaticinio de lo inevitable, de lo que compraste sabiendo el final.

Como mucho, una rosa del ramo será elegida para terminar su agonía entre las páginas de un libro, llevando la nostalgia prematura que allí adentro quedará hermosamente disecada, como el amor que decidió quitarle la vida en símbolo de eternidad.

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